martes, 16 de febrero de 2010

Noche de verano

Estoy sola conmigo misma en medio del campo. Es de noche y el calor no ha menguado aún, no puedo conciliar el sueño, todo hierve. Mi cuerpo y mi alma están sedientos, acalorados,cansados.
El ruido de los camiones, ómnibus y autos de la ruta son incesantes. Hacia dónde van? me pregunto. Algunos viajan por trabajo seguramente, otros de veraneo buscando descanso en las playas frescas de nuestro país o quizás en las sierras verdosas de Córdoba o San Luis.
Y yo, hacia dónde voy?? qué proyectos tengo? qué quiero hacer de mi vida?. Buenas preguntas ... sólo que no tengo las respuestas.
Siento que he tocado fondo, que mis límites se han desbordado; necesito concluir una etapa de esfuerzos sobre humanos...
Me gustaría dedicarme a escribir y sin embargo no me siento capaz de hacerlo coherentemente, escribir con verdadero sentido, con ilación, con profundidad...
Estos días calurosos me recuerdan los veraneos durante mi infancia en Catamarca; no teníamos agua y nos bañábamos en una acequia cercana a la casa de mis abuelos. Los menores jugábamos sin preocupaciones; y hacer nuestras necesidades fisiológicas en medio del campo eran una hazaña, una aventura. A veces dormíamos en el balcón esperando alguna brisa que refrescara nuestros cuerpos.
Hoy quería dedicarme a escribir, pero qué escribir? ni idea... Se me ocurrió entonces olvidarme de escribir, olvidarme del pasado y del futuro: ambos me angustian, me inquietan, me agobian.
Me zambullí en la pileta a disfrutar de la frescura del agua, del cielo salpicado de millones de estrellas, de mi cuerpo liviano moviéndose con soltura, de las luciérnagas que bailotean sobre mi cabeza dejando estelas de luces sin fin.
Allí encontré la respuesta que busqué todo el día. Debía desprenderme de mi pasado porque ya se había ido y del futuro porque aún no llegaba; o sea: sólo me quedaba el presente, un poco desconcertante pero real.
Logré relajarme en el agua dejándome llevar por cada instante que vivía. Comencé a recordar que respiraba, que podía nadar al menos a mi estilo, qué importaba cuál fuese el estilo: la cuestión era poder moverme bajo el agua sintiendo libre mi cuerpo, sintiendo que voy dejando atrás los miedos, ocupaciones vanas de mi mente, enfocándome con lentitud en el aquí, en el ahora, en el hoy...
De pronto estoy escribiendo, no importa lo que salga ni cómo salga. Me siento más tranquila, más contenta. No importan hoy otros detalles, no por ello pierden importancia. Serán para otro día. Por hoy puedo ir a reposar, mi espíritu ya está listo, sereno, mi cuerpo también lo estará...

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